Core Value #5:
Bueno para el mundo es imprescindible
El mundo es un lugar maravilloso, la vida que alberga nuestro planeta y su diversidad es de una belleza realmente especial que hasta el momento que sepamos no se ha hallado en ningún otro lugar en el universo. Sin embargo, la época en que la nos toca vivir es, no solamente complicada, sino que estamos en un momento crucial de nuestra existencia y de la vida en general. Crisis climática, alimentaria, invasiones, guerras, pandemias, recesiones, hiperinflación… un panorama verdaderamente apocalíptico y desolador.
Es verdad que es también una época dorada, con acceso libre a la información, tecnología y comodidad al alcance de nuestra mano, muchos avances en temas de derechos, igualdad de género, leyes de etiquetado frontal, mayor conciencia social, entre otros. Pero ver esto sin ver el desastre que estamos dejando al mismo tiempo sería un poco querer tapar el sol con un dedo. O mejor dicho, de qué nos sirven todas esas cosas si en 100 años estamos todos (con suerte) viviendo bajo tierra porque la superficie del planeta ya no es habitable.
Las alarmas del cambio climático se encendieron hace años, los científicos advierten que hemos pasado un punto de no retorno, los glaciares se derriten a pedazos día tras día, hay un cúmulo de plástico flotando en el océano del tamaño de un continente y nosotros seguimos como si nada.
Muchos dirán “sí, todo eso está muy mal pero y yo qué puedo hacer” o “eso es responsabilidad de los políticos y de las petroleras” o peor: “prefiero no saber”. Si estuviéramos viajando en un tren y alguien nos dice que en 10kms el tren se va a descarrilar y vamos a morir todos, ¿Preferirías no saber? ¿O saber y hacer hasta lo imposible por salvarte, por salvar a la mayor cantidad de gente posible, a tu familia? Porque eso es lo que está pasando en el mundo hoy, las alarmas ya sonaron y seguimos sentados conversando y mirando por la ventana.
Estamos en un punto en el que creo que si no somos parte de la solución, somos parte del problema. Así de simple. No solamente eso, sino que además, no hay tiempo que perder.
No estoy diciendo que vayamos, nos encadenemos y hagamos huelga de hambre en la COP26 para ser escuchados (aunque aprovecho para reconocer el valor y el sacrificio de tantos valientes activistas). Lo que estoy diciendo es que cada uno desde su lugar de influencia puede y debería estar haciendo la diferencia.
Si eres cocinero podrías promover un menú de comida más consciente y amigable con el medio ambiente, si trabajas en un banco podrías fomentar un plan que dé créditos a negocios con responsabilidad social, si eres maestro o profesor podrías enseñar a tomar consciencia sobre estas cosas y hacer pensar en soluciones para las nuevas generaciones, si trabajas en una verdulería podrías empezar a vender productos orgánicos y dejar de comprar de monocultivos y así sucesivamente.
Hace poco, por ejemplo, un paracaidista lanzó desde el cielo 100 millones de semillas al Amazonas, buscando reforestar a gran escala. Es decir, cada uno desde su lugar puede poner su grano de arena (o sus 100 millones de semillas) y hacer tomar consciencia para que cada vez más personas lo hagan. No hay que ser político ni experto en permacultura, ni agrónomo, nada de eso. Lo que hace falta es consciencia, voluntad e iniciativa.
Yo por mi parte, como desarrollador web, decidí, hace un tiempo ya, que “bueno para el mundo es imprescindible” para los proyectos a los que me sumo y que no voy trabajar en proyectos cuya única intención sea ganar dinero sin propósito, en mi opinión, no se puede seguir pensando así.
No podemos seguir esperando a que otros hagan, ni mucho menos seguir delegando en los políticos, en los gobiernos, la responsabilidad de hacer lo que se debe. Somos nosotros los que debemos cambiar nuestro consumo, nuestra manera de vivir, de pensar, nuestra manera de relacionarnos con la naturaleza, de hacernos responsables por la huella de carbono que nosotros mismos generamos, del plástico que desechamos, del tipo de alimentación que llevamos, de cómo hacemos negocios y de la educación que avalamos para nuestros hijos. Debemos dejar de ser espectadores y convertirnos en protagonistas de la vida que queremos, del mundo que queremos ya que, de lo contrario, no va a quedar mucho mundo para querer.
No solamente es nuestra responsabilidad sino que además es la tendencia, y eso hace que los negocios conscientes sean cada vez más rentables. El mundo está cambiando, la demanda está cambiando, las nuevas generaciones vienen con una nueva mentalidad y si no nos adaptamos, seremos nosotros los que quedaremos por fuera.
Si tienes un negocio consciente o estás pensando en montar uno, por favor no dejes de contactarme para trabajar en tu sitio web desde un enfoque holístico.
Para mí no va a ser otro proyecto más, va a ser una buena forma de hacer bien al mundo, de poner nuestro granito de arena, una oportunidad para generar un cambio y como tal, voy a darlo todo para que tenga una estrategia ganadora.
Con tacto
Gracias por tomarte el tiempo de contactarme.
Por favor cuéntame sobre tu proyecto o negocio para saber cómo puedo ayudarte mejor.